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24 February, 2012

Febrero 24. Estén animados por siempre.

2 Cor. 13:11b, “… consolaos~~ [estén de buen ánimo].

     Tal como dice el dicho: “Anímate, las cosas podrían empeorar”. Así es como él se animó y ciertamente, ¡las cosas empeoraron!
     Pablo esperaba que la iglesia fuera un lugar de ánimo para todo miembro. Podrían dejar afuera los problemas del mundo y reunirse juntos para celebrar la maravilla permanente de conocer personalmente al Dios de la Creación y celebrar juntos la redención de Aquel que cuida de ellos. Pablo usa el verbo parakaleo solo en este lugar del NT en una forma de orden pasiva: “ser consolados o tomar nuestro llamado al corazón”. El verbo se utiliza en esta forma 105 veces en el NT. Parece ser un elemento importante en nuestro caminar con Cristo.
     Pablo, el apóstol clave de Dios, no fue exento de sufrimiento y desaliento. Nada funcionaba de la manera en que él lo había planificado. Llevando las más grandes noticias desde la Creación, aún así se encontraba con hostilidad y rechazo en todas partes. Luego de ser golpeado y dejado por muerto en el camino, encarcelado, expulsado de un pueblo tras otro con tan solo un manojo de convertidos valiosos que respondieron a su mensaje de “Buenas Nuevas”, por todo su esfuerzo, él llegó a Corinto en su segundo viaje evangelístico extremadamente desanimado. Escribió: “fuimos oprimidos y agobiados más allá de nuestra capacidad de aguantar y hasta pensamos que no saldríamos con vida” (NTV 2 Cor.1:8). ¿Has estado tú en ese lugar?
     El deseo de su corazón era ver que sus compatriotas vinieran a Cristo, pero escribió: “Cinco veces recibí de los judíos los treinta y nueve azotes. Tres veces me golpearon con varas, una vez me apedrearon…” (2 Co. 11:25). Continuó contando sus experiencias: “tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez;y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias” (2 Co. 11:25b-28). ¡Así que tú crees que has pasado un mal rato! Muchas veces leía esto y me preguntaba por qué pensé que vivía una situación difícil.
     La desesperación de Pablo pareció alcanzar su punto máximo para el tiempo en que él llegó a Corinto. No sabía si podía continuar. Luego, al final de su fuerza y determinación, Pablo aprendió nuevamente una gran lección: en medio del fracaso y la desesperación, podemos reclamar un consuelo más profundo que está esperando por nosotros: Jesús está con nosotros en medio de todo aquello. “He aquí yo estoy con vosotros” es nuestro consuelo.
     En 2 de Corintios 1:3b-4 Pablo escribió: “…el Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios”. La palabra “consolación” es el mismo verbo que estudiamos hoy. Pablo dijo: “pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente [en necesidad], y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil.4:11-13).
     Si Pablo podía ser consolado por caminar cerca de Jesús, yo también puedo, y también tú.

Salmos 119:50, “Ella es mi consuelo en mi aflicción, porque tu dicho me ha vivificado”.
Traducido por Isabel Sylva Avila.

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