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25 February, 2012

Febrero 25. Sean de un mismo sentir.

2 Cor. 13:11c, “…sed de un mismo sentir~~.”

     Tristemente, la razón principal para la multiplicación de muchas iglesias es el desacuerdo entre los líderes, en lugar de ser por una estrategia de crecimiento de la iglesia. Esos desacuerdos pueden durar varias generaciones antes de que la gente se olvide de la razón por la que se dividieron. En la mayoría de los casos, solo ahí pueden tener nuevamente comunión unos con otros. Ellos han usado temas de menor importancia para justificar su desobediencia.
     El llamado a la unidad es frecuente en los escritos de Pablo. Él instó a los Romanos a hacer todo esfuerzo posible para tener unidad, especialmente con aquellos de congregaciones diversas como esclavos y pobres junto con hombres libres y judíos: “Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión.” (Ro. 12:16) . El verbo phroneo significa pensar en esto, tener la intención de, desarrollar esta actitud en la mente o tener un gran respeto por”. No es una conformidad superficial o legalista, hecha por hombres, ni un convenio doctrinal obligado, sino una actitud de cómo debemos pensar los unos de los otros y cómo debemos tratarnos mutuamente.
     La oración de Pablo para que exista esa armonía es evidente en 15:5, “Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús”.
     Pablo les dice a Evodia y a Síntique en Filipos que resuelvan sus conflictos y vivan en armonía: “que sean de un mismo sentir en el Señor” (Fil. 4:2). Antes, en esta misma Epístola, Pablo había explicado el significado de esta unidad de mente: “…completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa.” (Fil.2:2) El siguiente versículo va más allá en la descripción de la unidad. “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.” (2:3-4). Quienquiera que vive estas actitudes puede llevarse bien con los creyentes que tienen diferentes puntos de vista, y puede tener la misma actitud de cuidado y respeto hacia los demás.
     Hay un principio primordial para que la iglesia experimente y exprese que la unidad en Cristo no es solo individual sino corporal. Es decir, el cuerpo corporativo de Cristo debe madurar hacia la misma unidad que experimentó Cristo dentro de la deidad misma. Juan 17:21 no es solo una expresión eufemista, sino una meta genuina para las iglesias: “para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.” Pablo explica cómo poner esto en práctica, “Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer” (1 Cor. 1:10). Este testimonio corporativo de unidad y convenio es una poderosa acreditación evangelística de que Dios está a cargo de esta congregación, a través de Su Palabra.
     En lugar de buscar minucias sobre temas de menor importancia, vayamos a la unidad sobre la práctica principal de los mandamientos y pónganse de acuerdo en alentarse y ayudarse unos a otros a obedecer los mandamientos para honrarle a Él.

Salmos 34:3, “Engrandeced a Jehová conmigo, y exaltemos a una su nombre.”



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