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27 February, 2012

Febrero 27. Salúdense los unos a los otros.

1 Cor. 16:20, Os saludan todos los hermanos. Saludaos*~ los unos a los otros con ósculo santo.

     Al concluir Pablo su carta a los Corintios, se muestra sensible a la necesidad de mencionar a algunas personas de Éfeso, que tienen lazos con los de Corinto. Pablo está escribiendo desde Éfeso. En esa ciudad vivían muchos amigos de los miembros de la iglesia de Corinto. Este tipo de saludo es una extensión a la necesidad de que se saluden personalmente todos los hermanos cuando se reúnen. Éstas eran mayormente iglesias caseras como lo evidencia el versículo anterior: “Las iglesias de Asia os saludan. Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa” (16:19). Ellos habían estado con Pablo en Corinto estableciendo iglesias caseras, y ahora estaban en Éfeso continuando el mismo trabajo.
     El mandamiento aoristo era “saludaos los unos a los otros con ósculo santo”. Este mandamiento se repite en Ro. 16:16 palabra por palabra, y varía un poco en 2 Cor. 13:12 y en 1 Tes. 5:26. En 1 Pe.5:14 a este saludo se lo llamó “beso de amor”. Se espera que los creyentes muestren su afecto y respeto a los demás con un beso santo.
     En la mayor parte del mundo un beso en el aire al juntar las dos mejillas es un saludo común para la familia y amigos cercanos. Algunas culturas saludan con uno, dos o tres besos en las mejillas opuestas. Los apretones de mano se reservan para ocasiones formales y nuevos conocidos. Aun en culturas que son más reservadas, entre la familia inmediata, los abrazos y el beso en la mejilla son comunes. En culturas más reservadas, el beso en la mejilla entre hombres es incómodo y visto como inapropiado, aunque se lo practicaba en Hch. 20:37 cuando los ancianos de Efeso le despidieron a Pablo.
     En mi experiencia con iglesias en el exterior, he aprendido que es esencial saludar a cada uno al comenzar la reunión y a la salida de la reunión con un beso en la mejilla. Si no se saludaba a alguien de esta manera, se asumía que había algún desacuerdo o problema entre ellos.
    En las culturas occidentales, el afecto público en el saludo en general ha sido mal visto, pero en el resto del mundo es una práctica común de la que poco se abusa.
     La función básica, sin embargo, es la de mostrar unidad, solidaridad y respeto mutuo entre los creyentes sin importar la clase, género o raza en el cuerpo de Cristo. Es para mostrar que la familia de Dios es tan importante como la familia inmediata de sangre, sin tener en cuenta cualquier diferencia superficial.
     Se lo llama beso “santo” porque su propósito no es sensual, sino espiritual, es decir, para comunicar que somos familia uno con otro. Cualquiera sea la aplicación cultural de este principio, es un mandamiento. Debemos demostrar a todos nuestra aceptación de ellos como familia, como parte de la familia de Dios junto con nosotros. La gente necesita que constantemente se le asegure que es aceptada en la familia o cuerpo de Cristo. Es decir, en efecto, un ministerio de aliento y cuidado de los sentimientos y necesidades de los unos a los otros.
     ¿Serás hoy día sensible ante la necesidad de otros, asegurándote que tu saludo comunica tu unión con ellos como hermanos y hermanas?

Salmos 2:12, “Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían.”

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