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01 March, 2012

Marzo 1. Sírvanse los unos a los otros.

Gál 5:13b, “… sino servíos ~~ por amor los unos a los otros”.

     Siempre hay un argumento para el egoísmo y los actos ególatras: “Me merezco”, “Todos los demás lo hacen”, “Lo necesito o me frustraré”. Son excusas para satisfacer los deseos carnales y que siempre destruyen las relaciones, la credibilidad y el carácter. Pablo había advertido que no usemos nuestra libertad recién descubierta en el perdón incondicional en Cristo como licencia para pecar, destruyendo así nuestro potencial para esta corta vida. A cambio, en agradecimiento a Cristo, Pablo escribió “estén continuamente sirviéndose los unos a los otros”.
     La libertad cristiana no es la libertad para pecar, sino la libertad para amar, es decir, libertad para servir a otros. Pablo escribió, “Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo” (Gál. 6:2). Esta ley es motivada, guiada y facultada por el Espíritu que está adentro, no impuesta por una autoridad externa. Es, tal como manda el NT, una nueva forma de pensar en cuanto a la vida y a los demás. El Espíritu nos dirige a implementar los mandamientos del NT de cientos de diferentes formas. No es legalista porque no es directamente relacionada con la conducta, ni se la puede realizar superficialmente. Los conceptos del NT son desinteresados, es decir, que benefician a otros en lugar de beneficiarnos a nosotros mismos.
     Si hemos sido unidos a Cristo mediante la salvación, entonces Su amor por otros se convierte en nuestro amor por otros. “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Ro.5:5). Si tenemos el Espíritu Santo, entonces el amor de Dios por otros y por el mundo es ya parte de nuestra nueva naturaleza. Si queremos ser dirigidos por el Espíritu, entonces debemos desear “servirnos los unos a los otros”. El amor significa buscar el beneficio de otro sin interés propio, sin que importen los sentimientos emocionales que tenemos hacia el necesitado.
     La palabra “servir” es un verbo fuerte (douleoo), que viene del sustantivo del Griego común para describir al esclavo por amor (doulos, Ver Gál. 1:10 y 2 Cor. 4:5). Cuando nos rendimos al amor del Espíritu que Él nos ha impartido, estamos capacitados para comprometernos desinteresadamente a llenar las necesidades de los que están a nuestro alrededor.
     El maravilloso mensaje del evangelio nos libera de una esclavitud legalista a la ley, a los mandamientos hechos por hombres, y/o a la adicción esclavizadora de una conducta pecaminosa. Al mismo tiempo, ese mensaje nos ha liberado para ser productivos, útiles y reflejos del amor de Dios hacia otros. Nuestra libertad no debe ser ejercitada en una independencia aislada. El cumplimiento y la satisfacción en la vida Cristiana a través de nuestra relación con Cristo no es el fin en sí mismo, sino un medio para transmitir a otros el amor de nuestro Maestro. Jesús no puede tocar a las personas hoy día, pero nosotros sí podemos. Él no puede demostrar Su amor hacia la gente sino a través de nosotros. ¡Qué privilegio ser vasos o canales del cuidado amoroso de Cristo hacia los necesitados que están diariamente alrededor de nosotros!
     La pasión de Cristo descrita en Gál. 2:20, “el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” se convierte en el tema principal de la vida Cristiana: En el lugar de Cristo, ¡nosotros amamos a otros y nos entregamos por ellos! Él se dio a Sí Mismo por nosotros, para que nosotros pudiéramos darnos por otros, especialmente por aquellos que no le conocen a Él. ¿Estamos deseando ser Sus vasos? Eso podría costarnos todo.

Salmos 119:167  "Mi alma ha guardado tus testimonios, y los he amado en gran manera.”

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