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06 March, 2012

Marzo 6. Desecha la mentira, habla la verdad.

Ef. 4:25 “Por lo cual, desechando la mentira, hablad~~ verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros.”


     Toda persona tiene ciertas características de comportamiento y de lenguaje que le identifican con su cultura. Pablo describió al “nuevo hombre, creado según Dios” (4:24). El nuevo hombre debe “despojarse” del “viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos”. Esto incluye muchos de los comportamientos característicos de la cultura, lo cual puede contradecir el comportamiento del NT. Ahora Pablo comienza a describir lo que parece ser “vestirse del nuevo hombre”.
     La frase “por lo cual” introduce al primer mandamiento de la nueva vida en Cristo. Al ser el lector regenerado en una vida nueva, las mentiras y la falsedad del diablo (“no hay verdad en él” Jn. 8:44) se han dejado de lado (arrepentimiento) al aceptar la verdad del evangelio. Por lo tanto, lo verdadero toma nueva calidad y valor. Ya que la verdad trajo semejante realidad, como lo es la nueva vida en Cristo, la verdad debe traer también otros beneficios, si se la aplica fielmente.
     Pablo les escribió lo mismo a los Colosenses, y aun más claro, “No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos” (3:9), como si mentir hubiera sido la característica principal de los no salvos “viejo hombre”. Cuando los creyentes continúan arrepintiéndose de sus pecados, lo primero que debería irse es la vieja “falsedad”, tendencia a mentir, engañar, estafar, exagerar, “agrandar la verdad”, y decir medias-verdades por motivos engañosos.
     Obviamente se requiere sabiduría. La veracidad no significa revelar todo lo que conoces de todos (esto puede convertirse en murmuración: “revelar la realidad negativa de gente que no está involucrada”). La confianza que se comparte debe ser protegida en la familia. Sin embargo, es mentir cuando se retiene la verdad o se la manipula.
     ¿Por qué alguien querría mentir? Porque quieren cambiar sus circunstancias, su comportamiento o sus sentimientos de la realidad con un mundo de fantasía en donde son mejores de lo que realmente son. Creen que necesitan este cambio para impresionar a alguien o cumplir el objetivo que creen necesitar desesperadamente. Satanás les ha seducido a creer que la única forma de lograr estos cambios o de cumplir estas metas es mintiendo. Ellos no ven otra alternativa. Han sido cegados.
     La razón de este imperativo es que somos “miembros los unos de los otros”. Así como el cuerpo no puede funcionar a no ser que sus miembros físicos estén enviando señales verdaderas al cerebro, así también es el cuerpo de Cristo. Cuando comienza la mentira, se piensa que cada declaración es sospechosa y que podría ser otra mentira. Nadie es de confianza. Todos se vuelven cínicos. Se desvanece la confianza, se toma partido por algo, y comienza la guerra. La iglesia no puede funcionar bajo estas condiciones. Debe haber honestidad amorosa que apuntala toda relación a fin de ministrarse los unos a los otros. Debemos aprender a hablar “la verdad en amor” (Ef. 4:15). ¿Serás honesto, sin importar cuánto eso duela?

Salmos 89:14-15, Justicia y juicio son el cimiento de tu trono; Misericordia y verdad van delante de tu rostro. Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte; Andará, oh Jehová, a la luz de tu rostro.

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