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04 March, 2012

Marzo 4. Cuídense de no consumirse los unos a los otros.

Gál. 5:15 Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad ~~ que también no os consumáis [“destruir, arruinar, quemar”] unos a otros.

     No hay nada que ayude más, y que al mismo tiempo sea tan destructiva como la lengua. Puede alentar o destruir, puede levantar el ánimo o quebrantarlo. Puede animar o triturar a alguien hasta dejarlo como un inútil. Prov. 18:21, “La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos.” Nuevamente volvemos al corazón, “…porque de la abundancia del corazón habla la boca.” (Mt. 12:34).
     Es difícil imaginarse que los hermanos Cristianos puedan ser tan crueles los unos con los otros. Hay poco o nada tan destructivo como un par de palabras malvadas. Un profesor en un ataque de ira le grita al alumno, “Eres estúpido, porque no puedes leer,” o “Nunca aprenderás.” Puede que esté intentando aplicar una motivación negativa, y así él ponga cuidado y cambie, pero la mayoría de veces el niño cree lo que le dijo y su vida queda presa de esta falsa declaración. ¡Qué cruel!
     Pablo manda a la iglesia a estar alerta en cuanto a la forma como hablamos los unos de los otros. La palabra usada es la de animales salvajes luchando en una feroz contienda a muerte, mordiéndose los unos a los otros. Las luchas de poder, y las batallas por “territorio” son usualmente la raíz de los problemas cuando sentimos que alguien amenaza nuestras ambiciones u orgullo. Es un juego del “Sobreviviente” dentro del cuerpo de Cristo, lo cual está prohibido. No hay equipos ni eliminaciones del grupo. Con todas nuestras verrugas, somos un cuerpo. Se nos manda a hacer lo mejor posible, no a destruir lo peor de él. Se nos ordena lograr lo mejor de lo peor de nosotros.
     Tristemente, la mayoría de los problemas son solo superficialmente espirituales. En realidad son principalmente conflictos personales o amenazas de opiniones diferentes. ¡Cómo se atreve a discrepar conmigo! Luego comienzan con una campaña para desacreditar y aislar al “problemático”. De hecho, nunca se le confronta o se le brinda ayuda para tener armonía. Una vez que el caso en contra de él es lo suficientemente fuerte o hay la cantidad suficiente de personas que están amargadas en contra del “problemático”, esta persona es eliminada, despedida, o aniquilada emocionalmente. ¿A quién le importa? ¡A nadie! El problema está resuelto….hasta la siguiente persona.
     La continua discordia y contención en las Iglesias de Galacia provocaron este mandamiento. Esto es lo que Pablo quería decir cuando advirtió a los Corintios en relación a la Santa Cena: no estaban “discerniendo el cuerpo del Señor,” es decir, el cuerpo de la Iglesia. La gente estaba siendo herida y a nadie le importaba. Las “fracciones” o camarillas de “los chicos de siempre” que se forman en cualquier organización tienden a unirse en contra de los nuevos, criticándolos y juzgándolos como a inferiores, problemáticos o fracasados. Puede ser bastante cruel. ¿A quién le importa si alguien es destruido? … ¡Solamente a Jesús!
     El principio que gobierna es el amor, que edifica el uno al otro y busca lo mejor en los demás. De hecho, cuando pensamos en otros, se nos manda a pensar en “todo lo verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza.” (Fil.4:8). Nunca herirás a nadie si piensas así. De esta manera piensa Cristo de nosotros, y nos manda a pensar así los unos de los otros.

Salmos 38:9,12 “Señor, delante de ti están todos mis deseos, y mi suspiro no te es oculto… Los que buscan mi vida arman lazos, y los que procuran mi mal hablan iniquidades, y meditan fraudes todo el día.”
Traducido por Diego Gómezjurado Ávila

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